Como persona ansiosa-depresiva, he tenido que modificar mis hábitos por amor propio. He aprendido a ponerme a mí enfrente de todas las cosas. Podría sonar lógico o automático, pero en realidad es un largo proceso de trabajo interno. Aparte de cuidar mi alimentación, hacer ejercicio, pintar, escribir, dormir correctamente y otras cosas para reducir los niveles de aseidad, decidí dejar el alcohol a un lado. Esto no significa que satanice la bebida ni que nunca más tome. Consumo con mucho menos frecuencia que antes y elijo muy bien los días que voy a tomar. Estos varios años viviendo con depresión y ansiedad me han enseñado a cuidar mi mente y cuando me cuido a mí, cuido a todas las personas que amo porque primero se necesita amor propio para poder amar a alguien más. Dejar el alcohol a un lado me ha ayudado a controlar de una manera más efectiva los niveles de ansiedad y evitar cuadros depresivos.
Dolorosamente, en el último par de meses, los índices de violencia domestica se han disparado trágicamente en México. Esto debido a dos factores: la forzada convivencia diaria en casa sin rutina cotidiana y el consumo de alcohol. El alcohol provoca una mala manera de expresar las emociones y las intensifica. Esto es nocivo porque las emociones se expulsan de manera agresiva ya que se pierde el filtro y la ética diciendo cosas que en realidad no se quieren manifestar o se hace de una mala manera.
La gente utiliza el alcohol para facilitar la expresión de emociones, aunque no sea de una manera agresiva. Este acto podría parecer inofensivo, pero en realidad estás condicionando a tu mente a sólo expresarse cuando el cerebro está desinhibido. Una mente sana es la que se pone a prueba, sale de su zona de confort y se enseña a expresarse con inteligencia emocional desde los cinco sentidos. El tomar para obtener seguridad y ser más agradable baja la autoestima de manera catastrófica.
El gobierno ha tratado de imponer una ley seca mientras nos encontramos en cuarentena para reducir la violencia, la depresión y la ansiedad en la población. Lo que yo pienso y me pregunto es, ¿Por qué el gobierno tiene que tratar de plantear una ley para que un individuo se deje de lastimar a él mismo y a sus seres cercanos que ama? Lo ideal sería que hubiera una introspección para decidir si conviene o no perder la consciencia. Como antes mencionado, esta iniciativa no se debería de proporcionar por la dictadura del gobierno, sino, por amor propio y hacia los demás.